Las
Brujas de Roald Dalh, se visten y
se parecen a las mujeres corrientes. Viven en casas corrientes y
realizan trabajos corrientes. Eso sí, una bruja de verdad, odia
intensamente a niños y a niñas, por lo que todo el tiempo se lo
pasan tramando en hacerlos desaparecer. Hay, pues, que saber
reconocerlas, dice la abuela.
La
encantadora y entrañable abuela encarna todo aquello que de niños
quieren ser cuando lleguen a ser abuelos: con ideas propias, con
decisión, simpáticos, entrañables y siempre al lado de
los más frágiles dándoles el cariño que, seguro a esa edad, sobra
por todos los rincones del alma. Vamos, que queremos ser ese referente
de sabiduría y conocimiento que da la experiencia de la vida.
Cuando su joven nieto pierde a sus padres ella tiene que hacerse cargo de él. Durante los primeros momentos de la pérdida la abuela trata de distraerle contándole cuentos e historias, entre las que se encuentra la de las brujas. ¿Quién iba a pensar que las historias serían reales y que su nieto saldría de una asamblea de brujas con menos brazos y piernas y más patas y bigotes?
Pero dentro del pequeño cuerpo de ratón se encuentra el mismo nieto que ella quiere y cuida. Un nieto al que ayudará en sus empresas para derrotar a las brujas, le proporcionará el conocimiento de su experiencia y le aconsejará. La abuela es esa roca firme a la que siempre podrá acudir no importa lo mayor que se haga o el lío en el que se meta.
Nuestra adorable e inteligente abuela roaldahliana nos acerca al mundo de los adultos a fuerza de cariño, de amor y de amistad. Dalh le da más fuerza al personaje a través del contraste con las brujas, esos personajes más malvados, poco humanos con los que presenta actitudes malvadas y hasta crueles.
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