Las brujas


Si, lo reconocemos, somos entusiastas de el libro Las Brujas de Roal Dahl.  Permitidme que retome el mismo texto introductorio que escribimos para la abuela pero, si algo está bien hecho ¿porqué hacerlo dos veces?

Las Brujas de Roald Dalh, se visten y se parecen a las mujeres corrientes. Viven en casas corrientes y realizan trabajos corrientes. Eso sí, una bruja de verdad, odia intensamente a niños y a niñas, por lo que todo el tiempo se lo pasan tramando en hacerlos desaparecer. Hay, pues, que saber reconocerlas, dice la abuela.

Ya hemos hablado de la tierna abuela que acompaña al protagonista de la historia, pero no podíamos dejar de dedicarle un espacio a estas mujeres tan extraordinarias. ¡Si no puede que nos conviertan en ratones o faisanes!

¿Cómo se distingue a una bruja de una mujer normal?
Las brujas  encarnan el mal en esta historia. Y no solo esos pequeños males cotidianos como la envidia o la sobervia. No. El mal de verdad, el mal que quiere hacer daño, sin motivo alguno y que nos asusta porque no lo comprendemos. Y además son poderosas y no temen a nada salvo a la gran bruja, la peor de todas ellas.

Estas brujas son unos personajes muy interesantes. Gracias a ellos recuperamos una estructura muy tradicional en el cuento de hadas: el mal, que no es humano, contra el bien, encarnado por el protagonista. Analicémoslo por partes.

Por un lado tenemos al mal deshumanizado. Con esto ya estamos dando a entender que el mal no forma parte de la humanidad  que el hombre es bueno por naturaleza. Las brujas se hacen pasar por humanas para no levantar sospechas, igual que en muchísimos cuentos tradicionales el diablo engañaba a sus presas con apariencias falsas. El mal, para no ser descubierto se disfraza de la bondad más absoluta.

La gran bruja sin máscara
La gran bruja, como la peor de todas es también la más fea y se oculta tras una máscara con una cara preciosa. La primera vez que el protagonista la ve piensa en lo bonita que es y después de saber que se trata de una máscara se maravilla al contemplar lo perfecta que es y lo que se parece a una cara de verdad. Y así introducimos además el concepto de hipocresía que campa a sus anchas en la sociedad actual.
La gran bruja con máscara


Por el otro tenemos a un héroe: un niño. Al vivir en un mundo de adultos el niño se siente desamparado e impotente, como si se enfrentara a monstruos contra los que no tiene ninguna posibilidad. Sin embargo, a pesar de acabar convertido en un ser aún más impotente que un niño, gracias a su astucia consigue vencer a las brujas. 

Como hemos visto, no son pocas las enseñanzas que el lector adquiere de las brujas al leer el libro. Y por si todavía os queda alguna duda de porqué leer o releer Las Brujas, aquí os dejamos la opinión de Gemma Lienas.




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